Definimos la gratitud laboral como las prácticas orientadas a agradecer el esfuerzo y la contribución de los miembros de un entorno de trabajo de forma continua (es decir, habitual), explícita (nada de “hombre, se supone…”) y no institucionalizada. Quédate con estas tres claves, porque son básicas para saber mostrarla (y aceptarla).
Acerca de las nociones básicas para implantar un programa de reconocimiento de empleados en tu organización te remitimos a esta otra entrada de nuestro blog; aquí abordaremos de forma más amplia los 5 pasos que debes dar para que la gratitud pase a formar parte de tu identidad de marca empleadora.
La tormenta perfecta…
Hay algunos factores generales que permiten que la gratitud laboral se convierta en algo normalizado y que deben estar presentes de forma previa para que esto sea posible:
- Una actitud vulnerable desde arriba. Este interesantísimo estudio muestra cómo las personas en posiciones de poder suelen considerar el agradecimiento como “peloteo”; hay que desterrar esta actitud cínica y asumir que todos somos vulnerables, para lo bueno y para lo malo.
- Unas prácticas de feedback maduras. Nunca es mal momento para agradecer, pero lanzarnos a ello sin tener cierta práctica corporativa navegando por las siempre tortuosas aguas del feedback es más arriesgado (más fácil caer en el temible “agradecimiento automático”).
- Unas políticas de selección de personal orientadas. Si competencias emocionales como la capacidad de ser agradecido son tenidas en cuenta y valoradas positivamente y de forma prioritaria desde los procesos de reclutamiento, tendremos buena parte del trabajo hecho.
Esta es la tormenta perfecta que facilita la gratitud laboral. Si ya estamos en ello, ¿cómo procedemos?

1: Identifica las oportunidades
Como dice Kimberly Whitler al principio de este artículo, su “secreto para agradecer” cuando pasó del ámbito de los negocios al ámbito de la educación era “pillar a los estudiantes haciendo algo bien”, y usar ese punto de partida para acentuar la positividad y no los resultados. Siempre hay algo (si no lo encuentras, preocúpate de verdad…).
2: Tira de empatía
Especialmente útil en términos de gratitud horizontal (o sea, entre compañeros de trabajo; el pariente pobre de la gratitud vertical, sin duda). Nadie sabe de las dificultades, los sinsabores y los logros que afronta un trabajador mejor que el que se sienta a su lado. Su impacto en el clima laboral es literalmente impagable y eso es bueno, sobre todo, para los propios empleados.
3: Hazlo de cerca
No te imaginas lo mucho que pierde el agradecimiento cuando se convierte en un automatismo, y lo mucho que gana cuando se practica de forma personalizada. Menudean las advertencias contra ese “agradecer sin ton ni son” que solo sirve para restarle valor, y a favor de las notas de agradecimiento, concretas, manuscritas y no producidas en serie por el departamento de RRHH. Por algo será.
4: Goles son amores
No queremos pecar de materialistas, pero la gratitud (pública o privada, formal o informal) no tiene por qué ser solo verbal. Ni tampoco crematística, no te equivoques; un plus se agradece, pero a veces no es lo que más. Por ejemplo, si un equipo trabaja bien pero está saturado, tal vez la mejor forma de gratitud sea aliviar la carga de trabajo redimensionando el equipo.
5: No te escudes en la costumbre
Es cierto que la cultura de la gratitud en el trabajo no está demasiado arraigada en muchos contextos, pero no vale eso de “yo es que no estoy acostumbrado”; es como si dices que no estás acostumbrado al nuevo software de facturación, así que no lo usas. Puede que no sepamos cómo mostrar gratitud laboral, pero podemos aprender.
¿Cómo te funciona a ti la gratitud?
Y ahora que tienes las claves de la gratitud laboral, ¡no dejes de medir su impacto! Aquí encontrarás las claves sobre las métricas para analizar el compromiso de empleado desde el punto de vista del reconocimiento y el eNPS.