Colaborar está guay, dentro y fuera del trabajo. Pero, si todos lo tenemos tan claro, ¿por qué es tan difícil (o por qué nos lo parece) hacerlo en el terreno de las organizaciones? Los entornos de trabajo colaborativos son y serán una de esas cosas que nos parece que con ponerles el nombre ya arrancan a funcionar. Y no, qué va.
Esta semana, nuestros Happy Talks giran en torno al webinar del 19 de abril de 2023, que llamamos precisamente “Cómo crear entornos de trabajo colaborativos” y al que invitamos a Carlos Jordana, fundador de The Chief Happiness Officer y miembro organizador del World Happiness Fest (entre muchas otras cosas).
El meollo de los entornos de trabajo colaborativos
Que sí, que es un principio de trabajo que se basa en mutualizar las tareas y los esfuerzos, con algún bien común como objetivo (que suele ser mejorar el rendimiento colectivo o los resultados de la organización). Pero, aparte de que casi no sabemos qué es mutualizar (en este sentido), la definición se queda corta.
En un polo tenemos el propósito de este método organizacional; es decir, saber por qué o para qué queremos emplearlo. En principio, para obtener mayor éxito a la hora de alcanzar ciertos resultados… ¿cuáles? Eso ya depende del propósito de cada organización o, al menos, de los objetivos del proyecto en el que queramos colaborar.
En el otro polo tenemos los ingredientes de un entorno colaborativo (algo así como el con qué se hace). Para poder hablar de colaboración necesitamos:
- Que haya un objetivo común.
- Que se centre en los resultados.
- Que se compartan recursos (talentos, capacidades, competencias, etc.).
- Que exista una coordinación.
- Que se realicen esfuerzos equilibrados, simétricos o armoniosos.
- Que el marco de “reglas” sea consensuado.
Así que no se trata de ser más o menos amiguetes de los otros miembros del equipo; se trata más bien de establecer relaciones productivas voluntarias y beneficiosas con otros agentes, que pueden ser proveedores, clientes, instituciones, la competencia o cualquier otro actor externo.
Acciones para implementar la colaboración
Allá va una pequeña batería de acciones que nos ayudan a acercarnos al trabajo colaborativo:
- Salir del entorno corporativo, que suele estar muy mediatizado por la dinámica de la organización. Metafóricamente hablando, sí, pero si lo acompañamos con una salida física mejor, queda más claro.
- Resetear la noción de que los diversos roles dentro del equipo de trabajo tienen un valor distinto (a nivel funcional no es mejor el líder que el becario). Pasa por reforzar las nociones de liderazgo de servicio.
- Realizar dinámicas de teambuilding y de alto impacto. Estas experiencias significativas y transformadoras sirven para romper con creencias y bloqueos autolimitantes, sean conscientes o no.
- Analizar personalidades y detectar talentos, para integrar la diversidad (que es una de las mejores bazas con que podemos contar) de forma proactiva y constructiva en los entornos de trabajo colaborativos.
- Generar el conflicto (en un contexto controlado, se entiende) con el objeto de hacer salir esas dinámicas tóxicas que envenenan las relaciones interpersonales y ahogan las prácticas de colaboración.
- Trabajar con las reacciones de los miembros del equipo en el sentido de identificar y prevenir posibles obstáculos y dificultades, afinando cuestiones de reconocimiento y feedback principalmente.

Los errores (y aprendizajes) más comunes…
A base de probar y equivocarnos, vamos a prendiendo algo. En el caso de los entornos de trabajo colaborativos, podemos señalar tres errores comunes:
- Tendemos a pensar que los equipos homogéneos o parecidos funcionarán mejor. No necesariamente. En un equipo en el que todos pensamos y funcionamos igual, malo para la creatividad y la innovación.
- Eso de seleccionar perfiles con skills de tipo “capacidad de trabajo en equipo” y decirles “hala, a colaborar” tampoco suele funcionar. Si el modelo de liderazgo no incorpora nociones de colaboración, de poco sirve.
- A veces queremos cambiar algo a toda costa sin conocer nuestro talento de forma profunda y detallada. Implantar un modelo de trabajo colaborativo a ciegas es virtualmente imposible.
Entre todos todo saldrá mejor
Para apostar por una metodología de trabajo de tipo colaborativo hace falta estudiarnos a nosotros mismos y nuestras dinámicas grupales, tener claro dónde queremos llegar y, a partir de ahí, averiguar cómo podemos hacerlo…