La gestión de emociones es clave para la felicidad en el trabajo

Nos cuesta concebir un panorama de bienestar laboral sin una gestión de emociones adecuada o, cuando menos, funcional. No obstante, en este horizonte estamos en pañales, y no solo en la gestión de talento, sino en la vida en general… Y para los líderes la tarea es doble, al tener que lidiar tanto con sus propias emociones como con las de los miembros de su equipo.

Creemos que merece la pena dedicar un artículo al asunto para tratar, aunque sea superficialmente, de definir qué es la gestión de emociones y por qué es importante en el ámbito de las organizaciones. Y también para dar unas pautas básicas que nos vendrán muy bien a todos.

Qué es, en qué consiste, por qué nos importa

Si la inteligencia emocional puede considerarse como un conjunto de rasgos de la personalidad centrados en las emociones, la gestión de las mismas sería la capacidad (y también el conjunto de herramientas) para utilizarlas de manera provechosa para situarnos en un estado funcional de bienestar.

Los términos clave serían entonces los de regulación y afrontamiento, en el sentido de saber “trabajar” las emociones sea de una forma más pasiva o más activa. Pero hay un par de tareas previas, que serían la atención a las emociones y la comprensión de las mismas; como en otras formas de salud, la salud emocional empieza por prestar atención y comprender lo que sentimos.

En el terreno de las organizaciones, donde pretendemos que la gestión de emociones contribuya al bienestar del empleado y a la prosperidad de la organización, la dinámica es doble: por un lado están los empleados aprendiendo a gestionar sus emociones; por otro, los líderes, aprendiendo a gestionar las emociones propias y las ajenas…

Entre todos, mejor

Trabajar las emociones en entornos “hostiles” (ya sabes, en esos de “aquí se viene llorado de casa”) es una tarea titánica, por no decir una misión imposible. Por eso, la tarea fundamental desde la perspectiva de la organización es crear un ambiente de trabajo en el que se tenga en cuenta y se valore el peso específico del factor emocional.

Así, la tarea principal de los líderes en cuanto a la gestión de emociones pasa en primer lugar por ayudar a generar actitudes abiertas hacia las emociones, para entenderlas, expresarlas, analizarlas, utilizarlas… Facilitar la educación emocional, hacer disponibles espacios y momentos, así como herramientas para perderle el miedo al miedo (y a toda la retahíla).

A partir de ahí podemos incorporar a nuestras acciones algunas actividades de coaching, o próximas al mismo, para fortalecer lo que Javier Deconde llamó “nuestro lado bastardo” (por no reconocido). Esas acciones deberían orientarse tanto de manera individual como colectiva, con el objetivo último de demostrar que sabemos que las emociones intervienen en el rendimiento profesional y pueden ayudarnos a crecer.

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Pautas para la gestión de emociones en el trabajo

Si ya tenemos claro que hay que normalizar las emociones en el trabajo, ahora necesitamos unas pautas para asumirlas y utilizarlas de forma positiva (o por lo menos no negativa). La amplia lista de buenas prácticas que podemos promover se basa en dos pilares básicos: la protección de la salud mental y el fomento del autocuidado.

Nuestro top 5 de pautas desde la perspectiva del empleado:

  • Mantener modos de vida saludables (alimentación, sueño, ejercicio, ocio, etc.).
  • Dedicar un tiempo al autoanálisis y la autorreflexión.
  • Convertir las experiencias “negativas” en experiencias de aprendizaje.
  • Entrenar la asertividad.
  • Celebrar lo positivo sin ignorar lo negativo.

Nuestro top 5 de pautas desde la perspectiva del líder:

  • Empezar por aplicarte las cinco pautas anteriores 😊.
  • Promover un entorno de trabajo basado en valores positivos.
  • Preguntar al equipo sobre su bienestar emocional.
  • Generar una red de apoyo entre los miembros del equipo.
  • Animar prácticas de feedback y reconocimiento apoyadas en emociones.

Las emociones, nuestras aliadas en la gestión de talento

No pierdas de vista el objetivo; trabajamos nuestras emociones para ser más felices, y que eso redunde en beneficio de la organización.

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