¿Conoces esa sensación en la que tú o tu equipo no dais para más? Exacto, estaríamos hablando de un caso de manual de agotamiento emocional en el trabajo. Es un fenómeno relacionado directamente con el estrés, aunque no sea lo mismo, y tal vez el principal enemigo de las organizaciones felices.
Sin ánimo de despreciar la estrategia Winslow, en este post aspiramos a plantear diferentes maneras de identificar y afrontar este tipo de agotamiento.
Definiendo el agotamiento emocional
Todo empieza con el estrés. Es esa reacción fisiológica cargada de fatiga, frustración, ira y ansiedad provocada por una situación percibida como amenazadora; en el ámbito laboral suele tener que ver con una carga de trabajo excesiva, pero también se deriva de dificultades en la conciliación familiar o conflictos en las relaciones personales, entre otros factores.
Cuando ese estrés se convierte en habitual, crónico o insuperable, estamos ante un caso de síndrome de desgaste profesional o, como también se denomina más comúnmente, burnout. Es decir, que estaríamos (dicho de otra forma) ante un estrés crónico con las raíces en el trabajo y “frutos” emocionales.
El agotamiento emocional es una de las dimensiones del burnout. Iría en paralelo con otros desajustes que en el ámbito estrictamente laboral se resumirían en la falta de realización profesional, y en el terreno psicológico en una despersonalización relativa del individuo tendente a generar cuadros de ansiedad.
¿Cómo identificar el agotamiento laboral?
Para descubrir esta forma extrema de estrés emocional cabría atender primero los síntomas emocionales (pero también con componentes cognitivos), como la pérdida de capacidad de disfrute (lo que llamamos anhedonia), el distanciamiento social y afectivo, o la propia negación del problema y la búsqueda de cabezas de turco en casa, los compañeros, el jefe…
Tenemos otras pistas, en relación directas con este “sustrato” emocional, más visibles por su impacto laboral directo. Estamos pensando en fenómenos como el ausentismo (y el presentismo), la rotación, los niveles bajos de motivación y compromiso, los conflictos interpersonales, etc. Por si aún no se ha entendido: una de cada cuatro bajas en España es por esta razón.
El agotamiento emocional se manifiesta también en toda una serie de trastornos físicos, desde el cansancio extremo a las dificultades para dormir, pasando por desórdenes alimentarios. De todas maneras, y dado que todos estos síntomas pueden tener causas muy diversas, es imprescindible afinar analizando cada caso particular y también el clima laboral de la organización mediante encuestas.

¡Afrontemos el burnout emocional!
En el ya clásico trabajo de Peiró Silla respecto al estrés laboral, este se planteaba ante todo como una vivencia emocional muy sujeta a variables tanto ambientales como personales, y colocaba las estrategias de afrontamiento en el centro del modelo. Podemos buscar estrategias que actúen sobre los estresores (las causas), la experiencia subjetiva del agotamiento o los efectos (las respuestas de malestar físico-psíquicas).
Sin descuidar el poder de las acciones sobre las respuestas físico-psíquicas (neutralizando el malestar de forma terapéutica) y la experiencia subjetiva (con trabajo de coaching principalmente), lo ideal es ir al origen del asunto y atacar directamente los estresores. Algunas ideas:
- Cuida los factores ambientales (ergonomía, espacio de trabajo, y en estos tiempos también la flexibilidad horaria).
- Esfuérzate en la distribución de carga de trabajo para que sea asumible y equitativa.
- El trabajo repetitivo y monótono es causa mayor de agotamiento emocional; trata de evitarlo por todos los medios.
- Da al empleado más control sobre su trabajo, en especial si el nivel de demanda es alto.
- Ajusta expectativas y realidad; ¿qué espera el empleado (y la organización)? Debe cuidarse desde el onboarding y con una comunicación fluida y honesta.
- Promueve ambientes de trabajo positivos con actividades grupales enriquecedoras y prácticas de feedback constructivas y recíprocas.
- A veces el clima organizacional es estresante; cabe realizar una intervención en el terreno del propósito, los valores, la cultura de empresa…
- Presta atención a factores externos a la organización, como pueden ser cuestiones familiares, dificultades económicas, etc.
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