La risa, ¿la mejor métrica de la felicidad en el trabajo?

¿Puede considerarse la risa una buena métrica de la felicidad en el trabajo? En gestión de personas damos cada vez más importancia a ser feliz en el trabajo, pero seguimos con dificultades para medir, analizar y motivar esa felicidad. Nos sigue “acomplejando” que se confundan felicidad, risa y cachondeo; ¿debería?

Este artículo se centra en la risa en el trabajo en una doble vertiente. Primero, analizamos si se merece un puesto entre las métricas de gestión de talento para entender la escurridiza variable de la felicidad laboral. Y luego, afirmamos el poder de la risa como motor de esa felicidad.

“Basura entra, basura sale”

Una de las máximas de la inteligencia de datos es esta que da título a este subapartado; si recolectamos malos datos, obtendremos malos resultados. Y además, si no hacemos las preguntas adecuadas, no obtendremos las respuestas adecuadas. Esto puede estar pasando con los indicadores de bienestar laboral más populares.

Partimos de la dificultad constatada (no técnica, sino filosófica) de definir los criterios de la felicidad. Y también de que cada organización necesita perfilar su noción de bienestar, sus problemáticas y sus metas (en fin, valores y propósito, como siempre) de forma independiente. Simplificando: reír no significa lo mismo en una pequeña funeraria que en una megacorporación circense.

Dicho esto, muchas veces tratamos de medir la felicidad con preguntas vagas, retóricas, sesgadas o simplistas, del tipo “¿cómo puntuarías tu nivel de felicidad en el trabajo?”. Estos “atajos” basados en una única dimensión emocional, la subjetiva (ver Chóliz 2005, pp. 10-11), pueden servir para tener una noción general de la situación percibida por los empleados, pero no nos permite ir mucho más allá.

En otras ocasiones recurrimos por principio a métricas e indicadores habituales (ausentismo, rotación, productividad, etc.) que están relacionados con muchas variables, no solo con la felicidad, y eso les resta fiabilidad a la hora de analizar (un dilema bien presentado en este texto de la OIT). El clásico ejemplo: ¿mis empleados son más productivos por la piscina de bolas, por el nuevo software de contabilidad o porque hemos echado al de RR. HH.?

¿Risa = felicidad?

Entonces, quedamos en que el buen dato es el que es significativo (relaciona realidades de forma inequívoca) y se mide fácilmente (es cuantificable, comparable). Moraleja: busquemos indicadores que de verdad nos hablen de la felicidad. ¿Qué tal entonces si preguntamos “cuántas veces te ríes en tu trabajo cada día”? ¿Sería una buena métrica de la felicidad en el trabajo?

Creemos que sí, que es una buena métrica de la felicidad en el trabajo por lo que tiene de espontáneo, de positivo y de cuantificable. Pero ¿hasta qué punto podría ser fiable la risa como indicador de felicidad laboral único? Esto, de ninguna de las maneras; hay demasiadas variables en juego. Pero en todo caso, fomentar esto de reír en el trabajo tiene otros efectos colaterales muy deseables…

métrica de la felicidad en el trabajo 2
Photo by Jürgen Sindermann / Deutsches Bundesarchiv

El poder de la carcajada

Independientemente de la calidad de la risa como métrica de la felicidad en el trabajo, la importancia del humor en el trabajo (y de sus expresiones la sonrisa, la carcajada, el gesto divertido) nos parece indiscutible, y su promoción absolutamente positiva.

Esto es casi magia; porque aunque no sepamos definir muy bien la felicidad, deslindar los componentes subjetivos y objetivos de la misma ni medirla de manera sencilla, sí tenemos este mecanismo prácticamente infalible que viene a decir que si te ríes serás más feliz.

Lo desesperante para los que quieren tocar un botón y que pase una cosa es que esto no es mecánica. El “disparador” no es tanto la risa en sí (que no tiene botón) como una actitud positiva que contribuirá a generar sensaciones que desemboquen en la risa.

A la felicidad por la risa, a la risa por el bienestar

Procura que tu gente esté bien, se sienta bien y sea consciente de ello; la felicidad vendrá sola, y detrás el compromiso, el rendimiento y la productividad.

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