¿Cómo usar la curiosidad para innovar en el trabajo?

El ser humano es curioso; no que despierte curiosidad, que también (porque raros somos un rato), sino que tenemos de forma innata una importante carga de curiosidad. ¿Podemos usar esa curiosidad para innovar en el ámbito laboral? Creemos que sí. Pero con el tiempo, y a veces con la complicidad de las propias organizaciones, esa curiosidad de va desactivando…

En nuestro webinar Happy Talks del 20 de septiembre de 2023 buscamos inspiración en los niños (sí, que lo tienen más fresco) de la mano de Germán Bernal, gerente de Ciencia Divertida y director de Planeta Explora y experto en el triángulo curiosidad-creatividad-innovación. Se titula “Mentes curiosas, soluciones creativas: niños como motores de la innovación”, y aquí tienes un resumen.

¿Una curiosidad ilimitada?

¿Perdemos curiosidad con los años? Más bien, nos la hacemos perder a nosotros mismos. Germán comienza señalando los tres aspectos que cambian cuando crecemos, entramos en el mercado laboral y empezamos a “cerrar la mente”: ilusión, atención e hiperexigencia.

  • Ilusión: seguramente esa actitud de partida cargada de emociones positivas con la que los niños encaran el aprendizaje sea la mayor pérdida. Esa ilimitada curiosidad es la base para poder ser creativos e innovadores.
  • Atención: ignorarla, dándola por supuesta, es un grave error que solemos cometer entre adultos. Alcanzar el umbral de la atención es necesario para activar la motivación y la concentración.
  • Hiperexigencia: aunque en los sistemas escolares reglados se puede exigir más o menos a los chavales, la diferencia estriba en que los adultos nos lo tomamos en serio; de ahí el problema de la dificultad de desconexión.

Así, para abrir la mente sin que se nos caiga el cerebro al suelo, tenemos que procurar ser capaces de rescatar, mantener e incentivar esa curiosidad para innovar (o para estar en condiciones de hacerlo, al menos).

Fuera de la caja

Porque hablar de curiosidad para innovar es hablar de creatividad. Y ser creativos no deja de consistir en, como dicen los anglos, “pensar fuera de la caja”. O sea:

  • imaginar (imaginar, subrayado) nuevos conceptos/métodos/objetivos, o nuevas asociaciones entre ellos;
  • llegar a ellos por caminos “raros” (empleando por ejemplo eso que llamamos pensamiento lateral);
  • no seguir “las reglas”, las convenciones (algo muy científico, por otro lado);
  • no entender el error como un fracaso, tener que decirlo a estas alturas duele.

Todo esto a los niños se les da de maravilla.

La gran noticia para los adultos es que la creatividad se aprende y se entrena. Desarrollar esta competencia requiere cierta planificación. Por un lado, para crear el escenario propicio. Por otro, para plantear un esquema de observación-pensamiento-resolución propio del trabajo por proyectos.

Y la guinda del pastel: la creatividad es un importante motor de la felicidad en el trabajo y fuera de él, y eso siempre es más que interesante.

curiosidad para innovar 2
Photo by Steven Miller in flickr

Cultivando innovadores

Entonces, ¿cómo hacemos, desde la organización, para fomentar la curiosidad para innovar? Como suele ocurrir, depende de cada caso, pero estas son algunas ideas generales para tener en cuenta.

En un sentido amplio se trata de crear un clima infantil (que no naíf, ojo) de “juego”, empatía y confianza sin miedo al error; un cóctel que lleva a un estado de bienestar laboral que es campo abonado para la creatividad y la innovación. Y eso tiene un efecto directo también en la productividad.

De una manera más práctica, podemos imitar lo que hacemos con los niños con actividades concretas para trabajar las llamadas funciones ejecutivas (que, como el valor al soldado, a veces se nos presuponen a los adultos no se sabe bien por qué). Estas funciones cognitivas son el andamiaje elemental que hace posible cualquier innovación.

También hay cosas tan básicas como tener procesos de comunicación bien pulidos, sin dar por hecho que la gente nos va a entender; se suele reclamar que competencias tan elementales como la comprensión lectora se trabajan poco y mal en los sistemas educativos… ¿Estamos seguros de que en nuestras organizaciones tenemos estas competencias?

Para concluir, Germán Bernal señalaba tres elementos como ingredientes clave del cóctel ideal: conocimiento, meta y tranquilidad. Los empleados creativos no temen un clima de censura, tienen claro el propósito de lo que hacen y cuentan con la experiencia mínima necesaria a partir de la que ponerse a crear.

Imagen de portada: Artem Podrez en Pexels.

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