Sí, todos somos plenamente conscientes de la importancia del desarrollo profesional tanto para los individuos como para las organizaciones de las que forman parte, pero el caso es que todavía encontramos muchas dudas, ángulos muertos y márgenes de mejora en esta área, tanto desde la perspectiva de la organización como desde la perspectiva del empleado (que es en la que nos centramos hoy).
En nuestro webinar Happy Talks del 27 de septiembre de 2023 ponemos el foco en esta faceta del trabajo. Lo titulamos “El atractivo profesional, consejos para ponerte guapo laboralmente” y contamos con Francisco Fernández Yuste, orientador laboral y fundador de Mejora tu Éxito Laboral, para guiarnos. ¿Te contamos de qué fue?
¿Quién decide tu desarrollo profesional?
Todos tenemos de vez en cuando la inquietante sensación de que nuestra vida profesional se parece (por no tirar de metáfora de hámsteres y ruedas) a aquellas bolas de pinball de Barrio Sésamo: sigue su camino, no se para, todo bien, pero a veces da la sensación de que no hay nadie a los mandos…
Francisco señala en primer lugar la idea básica en torno a lo que gira todo lo demás: el desarrollo profesional es responsabilidad de uno mismo. Es decir, que el impulso debe salir de cada persona, no de un líder, un mentor o un programa de formación interna (que si están, bienvenidos sean también).
Por un lado, porque una organización no te desarrolla en función de tus capacidades e intereses (aunque debería, de ahí la importancia de estar alineados; pero es la excepción) sino de los suyos. Por otro lado, porque el desarrollo es un proceso continuo y constante (no necesariamente intensivo), y de ti depende hacer el esfuerzo que requiere.
Para ello es imprescindible hacer un ejercicio preliminar de autoconocimiento y de análisis de mercado. Necesitamos tener claro qué intereses, vocación, propósito tenemos y si encajan con lo que buscan las empresas; primero los intereses, y luego el mercado, nos aconseja Fernández, para evitar sesgos.
Desarrollo profesional y carrera profesional, dos caras de la misma moneda
En un contexto tan fluido, complejo y competitivo como el actual, no es exagerado decir que no hay carrera profesional sin desarrollo profesional. Esto se nota dentro de la propia organización cuando tenemos que enfrentar tareas nuevas que requieren competencias distintas; qué bien vendría ahora aquel curso que nunca hicimos, ¿eh…?
Además, siendo realistas ¿qué posibilidades tenemos de seguir toda una vida en una misma organización? Pocas. Un desarrollo profesional constante nos permite anticiparnos a esa posible (probable) rotación, deseada o no. Estemos dentro o fuera, todo lo que metamos en “la maleta del desarrollo”, eso que nos llevamos; a nivel profesional y personal.
Porque poner esto en valor de manera práctica dependerá de cada caso (cada persona, cada situación profesional, cada “paso” de desarrollo). Pero lo que ocurre siempre, si el desarrollo es deseado, es una sensación de realización personal altamente gratificante, que redunda en un bienestar y una satisfacción puramente personales por el hecho mismo de florecer.

La perspectiva de la organización: do ut des
También podríamos haber llamado a este apartado “¿por qué no funcionan los planes de formación?”, porque es la sensación que se tiene en muchas organizaciones: dedicamos los recursos (a veces muchos), creamos los medios (por ejemplo una plataforma virtual específica), pero nuestros programas de formación interna no dan el resultado que deberían. ¿Qué pasa aquí?
A lo mejor no estamos adoptando la estrategia adecuada. Míralo desde la perspectiva de la experiencia de empleado; las objeciones y resistencias suelen girar en torno al cuando o al para qué, o sea, falta tiempo o falta motivación o falta propósito. Debemos crear las condiciones (invertir) también en esto:
- Saber dónde se alinean la organización y el empleado.
- Saber qué motiva a tu empleado.
- Darle tiempo para desarrollarse.
De ahí el latinajo del subtítulo: “doy para que des”. No hay cultura organizacional de desarrollo si no entendemos la formación como parte del trabajo, y no como un “plus”. Si la vemos como “hacer un cursillo”, cuando en realidad es un potente motor de satisfacción laboral y engagement. Si no la valoramos midiendo su impacto no solo en términos de productividad, sino también en términos de bienestar en el trabajo.
¡Obedece tu instinto!
El desarrollo va en nosotros, es parte de nuestra identidad, tanto de las personas como de las organizaciones. No te resistas…
Foto de portada: Skyler Ewing en Pexels