Alinear felicidad y rendimiento: el bienestar productivo sostenible

Una mayor felicidad en el trabajo lleva a un mayor rendimiento, ¿verdad…? Pues no necesariamente. ¡Alto, que no cunda el pánico! Alinear felicidad y rendimiento es perfectamente posible y siempre deseable, pero no es algo automático. Si fuera tan fácil no habría que darle tantas vueltas, ¿no?

Como solemos decir, cada organización es un mundo y cada empleado también, ajustar lo uno y lo otro no es tarea fácil y debe hacerse a medida para obtener buenos resultados (performance, que nos gusta decir en gestión de personas). A lo mejor aquí debajo encuentras la explicación de por qué no siempre las cosas salen como esperamos.

El circulo virtuoso que se cumple a medias

En principio, siempre decimos que existe una correlación positiva entre felicidad y productividad; si somos más felices producimos más, si somos menos felices producimos menos. Pues bien, esto se cumple solo la mitad de las veces, según el trabajo de Peiró et al. (aquí lo ves de forma resumida) sobre la relación entre bienestar y desempeño.

En esta investigación que tomamos como punto de partida se establecen cuatro situaciones:

  1. El empleado tiene alto bienestar y alto desempeño.
  2. El empleado tiene bajo bienestar y bajo desempeño.
  3. El empleado tiene alto bienestar y bajo desempeño.
  4. El empleado tiene bajo bienestar y alto desempeño.

Resulta que en las situaciones esperadas (A y B) se sitúan el 44 % y el 8 % de los empleados respectivamente, mientras que en las situaciones “raras” (C y D) encontramos un 20 % y un 28 % de los empleados. O sea, que sólo en la mitad de los casos pasa lo que cabe esperar.

¿Y qué pasa con la otra mitad? Pues que se encuentran en una situación que muy probablemente no pueda sostenerse en el tiempo; o si se sostiene, no sea para nada conveniente ni para la organización ni para el empleado. Así, alinear felicidad y rendimiento solo es posible en un contexto de bienestar productivo sostenible.

¿Qué es el bienestar productivo sostenible?

El bienestar productivo sostenible (aquí tienes a los mismos autores explicando el concepto) se entiende como un estado de sinergia en el que bienestar y productividad están conectados entre sí y se refuerzan mutuamente; y que este estado se mantiene y crece a lo largo del tiempo. Evidentemente, este anhelado círculo virtuoso es el escenario deseable en cualquier organización.

Esta noción debe mucho al modelo ampliación-construcción que elaboró Barbara Fredrickson en el ámbito de la psicología positiva, y que viene a decir que las emociones positivas (y los estados afectivos relacionados) amplían las posibilidades de atención, cognición y acción de quienes las sienten; y que esto impacta mejorando sus recursos físicos, intelectuales y sociales.

De manera que si queremos alinear felicidad y rendimiento (y sí que queremos), podemos incidir sobre los factores relativos a la felicidad para mejorar el rendimiento. Esto puede hacerse de muchas maneras distintas, y que van mucho más allá del famoso futbolín en la sala común, como veremos a continuación.

alinear felicidad y rendimiento 2

La felicidad bien entendida: hedonía y eudaimonía

Una vez convencidos de que hay que alinear felicidad y rendimiento, nada podemos hacer si no entendemos bien los dos componentes de la felicidad.

  • Por un lado está la felicidad hedónica, aquella relacionada con la consecución del placer. Es el bienestar subjetivo en sus dimensiones cognitivas y afectivas (la “satisfacción”). Por lo que parece no es lo que nos hace más felices, pero es un componente necesario.
  • Por otro, tenemos la felicidad eudaimónica, que se relaciona con la autorrealización, la superación, con alcanzar un propósito y desarrollar nuestras competencias plenamente. Es “ocupar nuestro tiempo de ocio con actividades que exigen un esfuerzo considerable”.

Por lo tanto, hay que trabajar la felicidad equilibradamente en ambas líneas:

  • Los factores que mejoran la calidad de vida de los empleados deben estar indiscutiblemente en nuestro punto de mira. Probablemente tengan que ver con el reconocimiento (desde el salario a la “palmadita”), la conciliación laboral-personal, las relaciones interpersonales saludables… Pero siempre es mejor que les preguntes a ellos directamente.
  • Si trabajar bien nos hace felices, facilitemos a nuestra gente que trabaje bien. Para ello enfocaremos los factores organizativos, cuidaremos de su salud emocional, atenderemos la calidad ergonómica y la flexibilidad del puesto de trabajo (aunque sea en remoto) y facilitaremos las potencialidades de desarrollo profesional.

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