Hay un montón de refranes, historias y chistes que recogen la sabiduría popular sobre la cuestión de las expectativas. Como aquella de Séneca, “lo peor de la vida es la espera del mañana y la pérdida del hoy”. ¿Esa sabiduría es aplicable también al ámbito de las expectativas laborales? Más o menos…
En la eterna búsqueda de la satisfacción en el trabajo en la que estamos empeñados en Happyforce, nos encontramos a menudo con una variable de primer orden; sí, lo has adivinado, las expectativas del empleado. ¡Y resulta que puede ser incluso la variable más importante de todas! Vamos a hablar sobre ello.
El equilibrio entre expectativas y felicidad laboral
Que la felicidad depende de las expectativas es una cosa sabida, estudiada y confirmada en todos los esfuerzos que se han hecho por encontrar la fórmula de la felicidad. Va en compañía de otros factores, claro está:
- Variables sociodemográficas, desde el salario al estatus socioprofesional.
- Experiencias y decisiones previas.
- Personalidad en términos de optimismo y pesimismo.
Resumiendo mucho muchísimo, a mejores condiciones objetivas de vida, mejores expectativas. Bien. Pero también parece que unas altas expectativas nos lo ponen más difícil para sentirnos felices, dependiendo en gran medida de nuestra personalidad más o menos optimista o negativa (como bien explica aquí Eduardo Lazcano). Eso cuadra con la idea de que “el que espera desespera”.
Por otro lado, de estos y otros estudios se desprende la idea de que las expectativas negativas de futuro nos hacen sentir infelices en el presente, y las expectativas positivas, felices. ¿En qué quedamos entonces? Si supiéramos la respuesta no tendríamos una herramienta de gestión de la felicidad en la empresa, sino que conoceríamos el sentido de la vida (¡feliz 40º aniversario!). Y no es el caso.
Expectativas laborales: comer, aprender, crecer
¿Y cuáles son esas expectativas en el ámbito del trabajo, si se puede saber? Demos un rápido vistazo para intentar desentrañar este lío. Así en general, podemos señalar tres grandes polos en torno a los que giran expectativas más concretas, que funcionan con frecuencia como fuente de motivación y compromiso.
- Comer: nos referimos a los aspectos más básicos y materiales que nos llevan a levantarnos a las siete de la mañana y demás. Lo que espera cualquier empleado es percibir una remuneración suficiente para comer y dar de comer a su familia. Igual de material e importante, espera poder comer con ellos, o por lo menos cenar (una alusión a las políticas de conciliación, esperamos que se haya entendido…).
- Aprender: la segunda de las grandes expectativas laborales es la de “aprender y progresar”, según se expresaba en nuestro Informe mundial de la felicidad en el trabajo de 2023; es el primer factor de felicidad para las generaciones jóvenes (X, millennials y Z), con toda la lógica, dado que las expectativas se proyectan en el futuro y los boomers, sin ánimo de ofender, en fin… Dos telediarios.
- Crecer: en torno al tema de la realización y de la pasión se articula la idea de mejorar como profesionales (en el ejercicio de nuestro oficio o habilidades, se entiende) como un factor central en nuestras expectativas en el trabajo. No hablamos del thriving (ese estado semiangélico que viaja más bien más de arriba abajo), sino a ese “hacer mejor las cosas” que nos impulsa de forma casi irracional.

¿Y las expectativas de la organización?
Eso, ¿es que nadie va a pensar en la organización? Pues estarían entre el “que me quede como estoy” (que la rotación sea moderada y sin desastres, que bajen un poquito aunque sea los niveles de burnout) y la noción de que hay que trabajar sobre las realidades objetivas y la motivación para obtener resultados.
Habría que empezar sabiendo qué espera el empleado de la organización y después aprender a gestionar las aspiraciones del empleado para tratar de armonizar esas expectativas laborales con nuestras realidades y proyectos organizacionales. Una tarea larga y ardua, sí, pero al final está eso que esperamos: empleados felices, fidelizados, eficientes y productivos.